“Su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle. Al ver la estrella se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: Oro, incienso y mirra” (San Mateo 2:2,10,11)
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